El pasado 28 de enero, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, hizo un anuncio sobre las prioridades para este año, en el que aseguró que “2021 debe ser el año en que cambiemos de velocidad y pongamos el mundo en la senda correcta, pasando de la muerte a la salud; del desastre a la reconstrucción; de la desesperación a la esperanza; de las soluciones trilladas a la transformación.”

Para ello, Guterres señaló que los Objetivos de Desarrollo Sostenible “son más importantes que nunca” y que ha llegado el momento de asegurar “el bienestar de las personas, las economías, las sociedades y nuestro planeta.”Propósitos para los que será imprescindible actuar “desde la unidad” priorizando los siguientes aspectos:

La lucha contra la COVID-19 se coloca, indudablemente, en la primera posición respecto a las prioridades para este año por la importancia que esta adquiere a nivel global tanto en términos de salud como económicos. 

En esta lucha, será imprescindible según Guterres que las vacunas, nuestra principal arma para vencer al virus, sean tratadas “como bienes públicos mundiales —patrimonio de la gente— disponibles y asequibles para toda la población”. En este sentido, recordó que las vacunas están llegando rápidamente a unos pocos países, mientras que los países más pobres carecen por completo de ellas, lo que calificó como “un éxito de la ciencia, pero un fracaso de la solidaridad”. Y destacó que los Gobiernos tienen la responsabilidad de proteger a sus poblaciones, pero no se puede derrotar a la COVID-19 si cada país actúa por su cuenta. En sus palabras “solo hay un vencedor en un mundo en el que unos tienen vacunas y otros no: el propio virus”.

La segunda de las prioridades marcadas por el secretario general fue la recuperación inclusiva y sostenible alegando que “el mundo no podrá curarse del virus si las economías permanecen en cuidados intensivos”.

Nuevamente aparece en su discurso el término solidaridad, para referirse a la necesidad de que la “recuperación económica debe ser inclusiva y ningún país debe verse obligado a elegir entre la prestación de servicios básicos y el servicio de su deuda. Ello requiere un salto cualitativo en el apoyo financiero de los países ricos a los menos desarrollados”.

Y continúa destacando que “de lo contrario quedaremos atrapados en prácticas nocivas durante décadas”, señalando además la Agenda 2030 como el camino a seguir, desde la unidad.

En tercer lugar, es preciso que comencemos a abordar la emergencia climática y “2021 es un año crítico” para hacerlo. Ya en diciembre de 2020 el secretario general de la ONU pidió a todos los Estados miembros que declararan una emergencia climática en sus países. Un llamamiento que ahora reafirma con el establecimiento de cinco hitos clave a alcanzar antes de la Conferencia sobre Cambio Climático, la COP26, del próximo noviembre:

  • Ampliar la coalición mundial para conseguir la neutralidad en carbono de aquí a 2050. 
  • Presentar contribuciones determinadas a nivel nacional para reducir las emisiones mundiales en un 45 % de aquí a 2030 en comparación con los niveles de 2010.
  • Avanzar en la adaptación al cambio climático de manera importante. 
  • Respetar todos los compromisos financieros. 
  • Adoptar políticas de transformación.

En esta línea también se expuso la necesidad de abordar la crisis de la biodiversidad, siendo la Conferencia de las Partes COP15 sobre la biodiversidad una oportunidad para detener la crisis de extinción a través de un nuevo marco de diversidad biológica posterior a 2020. 

Entre las demás prioridades señaladas por el secretario general de Naciones Unidas se encuentran: hacer frente a la pandemia de la pobreza y la desigualdad (4), revertir el asalto a los derechos humanos (5), alcanzar la igualdad de género (6), superar las divisiones geopolíticas y encontrar puntos de encuentro (7), reconstruir el régimen de desarme y no proliferación nuclear (8) y aprovechar las oportunidades que ofrecen las tecnologías digitales, sin dejar de protegernos de los crecientes peligros que encierran (9).

La décima prioridad que clausura este decálogo para 2021 es la de servir como “reajuste del siglo XXI”, siendo su objetivo “reforzar y repensar nuestra gobernanza del patrimonio mundial esencial, que no es solo la salud pública, sino también la paz y nuestro medio natural”.

Una prioridad que refleja exactamente el espíritu de reconstrucción y cambio que precisa nuestro mundo y al que se refiere Guterres en la clausura de su discurso al decir que “toda crisis desencadena un cambio. Podemos dejar atrás un annus horribilis para hacer del presente un annus possibilitatis: un año de posibilidades y esperanza. Es posible construir el mundo que queremos. Debemos conseguirlo. Desde la unidad”.

 

 

Fuente: https://www.pactomundial.org/